The Dark Knight


El Caballero de la Noche
(The Dark Knight, Dir. Christopher Nolan, 2008)
* * * 1/2

En breve: la secuela de la reinvención de Nolan, Batman Begins (2005) es efectiva y la continuación perfecta al entorno tan laborioso y engañoso que Nolan construyo. La decisión del director avanzaba por situar a un personaje fantástico en un ambiente muy real. La Ciudad Gótica de Nolan, no es lo bizarra y lúgubre de Tim Burton (Batman, Batman Returns) ni es el entorno caricaturesco y medio lego de Joel Schumacher (Batman Forever, Batman & Robin). Nolan describe una ciudad mucho más cercana a las grandes urbes del mundo: caótica, tenebrosa, deprimente, casi sin salvación. Los ciudadanos de su ciudad no se entienden, no se preocupan y no les interesa más que su mera supervivencia. De ese encierro psicológico, surge Batman, un héroe que no es más que un vigilante furioso, enojado, resentido, que creyendo lograr su salvación, se embarca en una cacería contra quienes han casi destruido la ciudad que sus padres tanto trataron de cambiar.

Poco tiempo después de casi desmantelar una organización criminal en Gótica, Batman sigue en su cruzada contra el crimen, apoyado por Jim Gordon y el fiscal Harvey Dent, quien posee la misma determinación por limpiar la ciudad de los criminales. Convencido de que la prioridad es la conglomeración de mafiosos que se esparcen constantemente, Batman no prestará atención a un singular ladrón de bancos, que se presenta como Joker, el cuál tiene gusto por el caos, la destrucción y la manipulación, quien aprovechándose de la avaricia de la mafia y la corrupción de las autoridades, busca generar una ciudad más anárquica, por el puro beneficio de desatar los peores instintos humanos. El villano hace mucho más que complicarle la vida al encapuchado con, lo que parece ser, ataques terroristas y asesinatos; logra que el héroe reconozca que su camino en apariencia opuesto al suyo, es más similar de lo que creía, que su constante búsqueda de orden y control tiene un proceso destructivo, autocomplaciente y en plena caída libre.

Si la historia de Batman Begins mostraba ciertos alejamientos (o licencias) con el comic, esta se acerca más a ciertas historietas que de la misma manera revivían al alicaído personaje. El Bruce Wayne imaginado por Nolan no utiliza el símbolo del murciélago como representación de cierta justicia, sino que lo utiliza para satisfacer culpas y penitencias que necesita para vivir.

Por encima de todos los análisis narrativos de la cinta, The Dark Knight es la secuela de una cinta, por lo que es todo lo espectacular, vistosa y emocionante que debía ser. Las secuencias de acción que, tanto se aseguro, el director no podía armar, son espectaculares, violentas y hasta coherentes (a veces). Batman es el héroe más común en la gran familia de superhéroes (tanto de DC como de Marvel), se le aplaude su carencia de poderes especiales y su estatus de persona normal, con muchos recursos y tecnología (además de imaginación) utilizados para el bien. Es, entonces, el gran adelanto retomar al personaje y acercarlo al mundo real, el que el espectador conoce. Y es ahí donde esta su peor problema. Finalmente, Wayne/Batman es ficticio y recurre a soluciones ficticias para solucionar problemas ficticios, nunca reales. Uno de los dos entornos tenía que ceder, lo que sucede muy frecuentemente en la cinta: a veces domina lo fantástico del personaje, a veces lo brutal de la realidad y en ningún momento, se emparejan (algo que si sucedía en Begins)

Pero quitarle meritos a esta cinta es demasiado ocioso. Y las miradas se centran en el agresivo villano y el fallecido actor que le da vida. Este Joker nada tiene que ver con la divertida y caricaturesca (pero siempre efectiva) interpretación que hace 19 años le diera vida Jack Nicholson. Ledger explota su lado más enloquecido para darle vida a un personaje que se sabe enfermo, se sabe psicópata y sabe también reconocerlo. En el reconocimiento de ese lado oscuro que todos los humanos tenemos, es donde se encuentra su principal ventaja, la ausencia de reglas. Con seguridad será el papel más recordado del actor, aunque no estoy seguro si lograra esa mencionada nominación.

Eso sí, el Joker (ni el espectacular Two-Face) sería incapaz de funcionar si no tuviera su contraparte. El mejor atributo de esta cinta es que Wayne/Batman nunca cede su protagonismo en beneficio de sus villanos. Él es el protagonista, es el eje dramático, es el personaje que siempre interesa.
No coincido en que es la mejor película en lo que va del año (es adelantarse demasiado y quitarle meritos a anteriores), pero en definitiva es un espectáculo redondo, divertido, asombroso y hasta profundo, términos que pocas cintas pueden presumir.