The Happening
La forma más común que me explicaron el llamado “mise-en-scene” es: puesta en escena. Aunque suena teatral, el término se aplica constantemente en el cine, cuyo significado se traduce (bajo diversas perspectivas y opiniones) en el cómo una escena se muestra en pantalla, de que forma lo hace, que elementos le acompañan y una extensa lista de atributos que aparecen “a cuadro” aunque sea brevemente (los que en muchas ocasiones contienen mucha información). Es la composición de cada secuencia, su iluminación, actuación, ritmo, edición, sonido, diseño. Parecería que es, en lo más básico y elemental, la base de cualquier cinta. Debería serlo, pero en la práctica no sucede de esa forma.
M. Night Shyamalan, famoso y hasta referencia por sus primeras creaciones (The Sixth Sense, Unbreakable) ha venido a menos, y con su más reciente cinta, demuestra muchas cosas, entre ellas, su mala racha.
La leyenda (una de tantas en Hollywood) decía que una de las primeras personas en notar este enorme bache creativo por el que pasa Shyamalan, fue Nina Jacobson, una alta ejecutiva de cine, directora del estudio Buena Vista hasta el 2006, cuando la despidieron, junto con 600 empleados más, bajo el argumento de una reestructuración. Este hecho llamo mucho la atención porque Jacobson fue una persona que aprobó y apoyo cintas muy redituables, incluida la saga de Piratas del Caribe. El motivo de su cese fue el hecho de ser la única persona que enfrento al director estrella del estudio, el propio Shyamalan. La razón fue el guión de una cinta que a Jacobson le pareció, por decir lo menos, mediocre. El guión, La dama en el agua, aquel churro que a Shyamalan le parecía una obra maestra. El rechazo de Jacobson llevo al director a otro estudio (Warner) para realizar la cinta, que para rematar fue un desastre en taquilla. Jacobson fue la última en reír.
El problema no es la soberbia de Shyamalan, el problema es que el director domina y maneja con tal fluidez esa puesta en escena sobria, detallada, estudiada, esplendida. Es un problema porque sus historias (él mismo las escribe) no están ni cerca de su capacidad como creador de atmósferas.
Inmediatamente la cinta nos sitúa en Nueva York, para atestiguar el comportamiento errático y repentino de las personas, que va de caminar en reversa, hasta suicidarse de maneras entre creativas y violentas. Mientras empieza a desatarse el pánico generalizado, el profesor de ciencias Elliot Moore (Mark Walhberg) al lado de su esposa, su mejor amigo y la hija de esta, tratan de salir de la ciudad, con la esperanza de alejarse de lo que inicialmente perciben como un ataque terrorista (que ya se esta volviendo un lugar común). Poco a poco, los ataques empiezan a sembrar más dudas de lo que esta sucediendo y los sobrevivientes tratan de alejarse tanto como puedan de la zona afectada, sin saber que todo el planeta es la zona afectada.
Shyamalan ha demostrado ser un buen director, que plantea demasiadas tramas paralelas con mucha sutileza (en especial en la cinta Señales), que domina un lenguaje cinematográfico casi emulando al más grande, que además es su principal influencia, Hitchcock. No es poca cosa que mucha gente le agradezca al director ese toque que el maestro del suspenso tenía como firma. Es cierto que El fin de los tiempos (en clara alusión bíblica la traducción) no carece de una puesta de escena elegante. Tiene un par de momentos de verdadera inspiración (el hombre en el zoológico, la mujer que se estrella a la ventana) que uno no puede evitar sentirse emocionado y a la vez decepcionado. Primero, no es culpa de los actores y su poca participación en el sentimiento de la película. La verdad es que Shyamalan escribe historias cada vez más ordinarias, más ancladas, menos dinámicas. La idea, que en sí es original, esta tan mal planteada, mal contada que todo elemento brillante se pierde entre tanta mediocridad.
Es una lástima, no tanto por el resultado final de la cinta, sino porque Shyamalan se enorgullecía de llevar la bandera de un cine bien hecho. Todos tenemos tropiezos en nuestras actividades, espero que este sea un tropiezo, nada más. No un estancamiento, aunque eso se siente cada vez mas real.
M. Night Shyamalan, famoso y hasta referencia por sus primeras creaciones (The Sixth Sense, Unbreakable) ha venido a menos, y con su más reciente cinta, demuestra muchas cosas, entre ellas, su mala racha.
La leyenda (una de tantas en Hollywood) decía que una de las primeras personas en notar este enorme bache creativo por el que pasa Shyamalan, fue Nina Jacobson, una alta ejecutiva de cine, directora del estudio Buena Vista hasta el 2006, cuando la despidieron, junto con 600 empleados más, bajo el argumento de una reestructuración. Este hecho llamo mucho la atención porque Jacobson fue una persona que aprobó y apoyo cintas muy redituables, incluida la saga de Piratas del Caribe. El motivo de su cese fue el hecho de ser la única persona que enfrento al director estrella del estudio, el propio Shyamalan. La razón fue el guión de una cinta que a Jacobson le pareció, por decir lo menos, mediocre. El guión, La dama en el agua, aquel churro que a Shyamalan le parecía una obra maestra. El rechazo de Jacobson llevo al director a otro estudio (Warner) para realizar la cinta, que para rematar fue un desastre en taquilla. Jacobson fue la última en reír.
El problema no es la soberbia de Shyamalan, el problema es que el director domina y maneja con tal fluidez esa puesta en escena sobria, detallada, estudiada, esplendida. Es un problema porque sus historias (él mismo las escribe) no están ni cerca de su capacidad como creador de atmósferas.
Inmediatamente la cinta nos sitúa en Nueva York, para atestiguar el comportamiento errático y repentino de las personas, que va de caminar en reversa, hasta suicidarse de maneras entre creativas y violentas. Mientras empieza a desatarse el pánico generalizado, el profesor de ciencias Elliot Moore (Mark Walhberg) al lado de su esposa, su mejor amigo y la hija de esta, tratan de salir de la ciudad, con la esperanza de alejarse de lo que inicialmente perciben como un ataque terrorista (que ya se esta volviendo un lugar común). Poco a poco, los ataques empiezan a sembrar más dudas de lo que esta sucediendo y los sobrevivientes tratan de alejarse tanto como puedan de la zona afectada, sin saber que todo el planeta es la zona afectada.
Shyamalan ha demostrado ser un buen director, que plantea demasiadas tramas paralelas con mucha sutileza (en especial en la cinta Señales), que domina un lenguaje cinematográfico casi emulando al más grande, que además es su principal influencia, Hitchcock. No es poca cosa que mucha gente le agradezca al director ese toque que el maestro del suspenso tenía como firma. Es cierto que El fin de los tiempos (en clara alusión bíblica la traducción) no carece de una puesta de escena elegante. Tiene un par de momentos de verdadera inspiración (el hombre en el zoológico, la mujer que se estrella a la ventana) que uno no puede evitar sentirse emocionado y a la vez decepcionado. Primero, no es culpa de los actores y su poca participación en el sentimiento de la película. La verdad es que Shyamalan escribe historias cada vez más ordinarias, más ancladas, menos dinámicas. La idea, que en sí es original, esta tan mal planteada, mal contada que todo elemento brillante se pierde entre tanta mediocridad.
Es una lástima, no tanto por el resultado final de la cinta, sino porque Shyamalan se enorgullecía de llevar la bandera de un cine bien hecho. Todos tenemos tropiezos en nuestras actividades, espero que este sea un tropiezo, nada más. No un estancamiento, aunque eso se siente cada vez mas real.