Kung Fu Panda




Kung Fu Panda
(Dir. Mark Osborne y John Stevenson , 2008)


Con la reciente venta del compilado de cortos animados de Pixar, mucha gente descubrió que la empresa no se inicio con Toy Story (1995). La compañía, que inicialmente llevaba el nombre The Graphics Group, era una división de la poderosa LucasFilm. Cuando Steve Jobs salio de Apple, puso dinero junto con George Lucas para rescatar ese pequeño de estudio de animación que no había logrado mucho, pero que ambos veían con mucho futuro. El primer corto que hace Pixar fue el de las famosas lámparas, donde la pequeña brinca sobre una pelota, en 1986. Desde ahí (pasando por su unión-separación-unión con Disney) la característica principal de Pixar (y la responsable de tanto éxito) han sido las historias que cuentan. No es la animación en sí (aunque esta sea espectacular), la base ha sido y seguirá siendo el potencial que los creativos tienen para desarrollar una historia que nos resulte similar, identificable, conmovedora, en cualquier medio y con cualquier personaje.

A la espera del que, personalmente, creo será el punto más alto del cine de verano (por no decir de todo el año) Wall-E, se estrena Kung Fu Panda, la nueva apuesta de Dreamworks por competir en el mundo animado. Dreamworks (al igual que Fox, Sony y otras) han batallado por la supremacía en el mercado animado y se han quedado muy lejos. La calidad y estilo de animación son excelentes, sus historias son interesantes, pero la forma de contarlas y el porque las cuentan son aspectos que siempre dejan que desear. No creo que el poderoso robot de Pixar tenga mucho que temer ante este panda, pero algo que me ha quedado muy claro, la competencia empieza a ser real para Pixar. Muy real diría.

Po es un panda soso, torpe y soñador, que trabaja con su papa (no digo que es, pero es hilarante) en un restaurante sin muchas aspiraciones. La vida de Po es una llena de sueños, esperanzas, objetivos bien claros pero con muy pocas oportunidades de triunfo. Esta estancado, mientras más se esfuerza en alcanzar sus sueños, más obstáculos aparecen. Su sueño es ser parte del batallón de animales, expertos en kung-fu, que protegen el valle, nombrados Los Furiosos. Accidentalmente (aunque para la tortuga sabia yodesca, los accidentes no existan) Po acabara en el centro del escenario, a la mitad de una ceremonia, donde se nombrara al guerrero dragón, el más poderoso de los peleadores de kung-fu y que podrá detener al invencible villano Tai Lung, cuya sombra vengativa anuncia su llegada al valle. Él es señalado como el dichoso guerrero, aquel que podrá detener la amenaza, aunque ni siquiera el propio panda lo crea.

Así inicia el camino no solo para el panda y su maestro, sino para todos los involucrados, con las características que cada animal elegido posee como cualidad. Todo esto parece por demás divertido y entretenido, pero banal y simplón. La sorpresa mayúscula es que en este entorno, los creadores son capaces de desarrollar una profundidad conmovedora y una identificación con su público, tanto infantil como adulto. Eso era algo que Dreamworks parecía temer incluir en sus cintas animadas (tal vez el éxito de la divertida serie de Shrek los posicionaba en otro apartado) y que con su panda pueden y desarrollan con soberbia, como si en verdad siempre supieron hacerlo.

El sueño del panda es su acceso al mundo de las artes marciales, aprender con el gran maestro Shifu y conocer en persona a los furiosos. Al darse de inmediato y casi de manera fortuita, Po es rechazado, humillado, ofendido y ridiculizado por sus ídolos, en el entorno ideal que tenía de vida. El sueño se convierte en una pesadilla (divertida, eso si) cuya inmediata respuesta es la renuncia, cosa que le pasa por la cabeza. El maestro Shifu ha perdido la esperanza en sus alumnos, les enseña, los alienta pero no puede depositar todo su amor en ninguno, después de que su mayor alumno y casi hijo se convirtiera en el poderoso Tai Lung, cuya presentación (vía uno de los más espectaculares escapes de prisión) se agudiza cuando por encima de la venganza, busca silenciar un sentimiento de rencor y angustia que le ha crecido con los años. Una carencia de apego, demostrada en la ambición y orgullo que deseaba su maestro sintiera por él.

Sinceramente, nunca hubiera esperado que en esta cinta animada, se pudieran reflejar muchas de las ideas más dolorosas en la vida del hombre, el rechazo, el rencor, el fracaso. Me quede perplejo en la escena donde Shifu recuerda su primer enfrentamiento con Tai Lung y no puede verlo como la bestia furiosa en que se ha convertido. O el propio Po, explicando sus dolorosos motivos por los que aún no ha renunciado.

Este panda ha demostrado ser el protagonista de la mejor cinta animada de Dreamworks. Aunque ese enfoque intenso es de inmediato rematado con alguna escena chusca (como para liberar tensiones) esta cinta consigue ser una historia muy redonda y un espectáculo muy vistoso. No es poca cosa.
Calif: 8/10